La Unión Europea y los transgénicos


Fuente: Fundación OPTI, 2010

La Unión Europea tan solo ha autorizado, en doce años, el cultivo de dos plantas modificadas genéticamente, una especie de maíz (MON 810) y una de patata (Amflora, de la alemana BASF).

Durante este tiempo, los cultivos biotecnológicos han supuesto un beneficio neto de 44.000 millones de dólares a nivel mundial y genera 700.000 nuevos puesto de trabajo para agricultores cada año.

Un enfrentamiento político y de argumentos científicos a escala europea ha dificultado, hasta el momento, el cultivo libre de nuevos transgénicos.

La UE regula el cultivo de transgénicos y su consumo por separado, de forma que muchos cultivos prohibidos llegan al mercado europeo por importación del resto del mundo, como es el caso de la soja o del pienso transgénico.

En estos momentos, la Unión Europea se plantea el dar potestad a los Estados Miembros para tomar la decisión de vetar o no el cultivo de Organismos Modificados Genéticamente (OMG) por cuestiones éticas o socioeconómicas.

Esta iniciativa pretende por otra parte, facilitar a los estados la declaración de regiones libres de transgénicos para dedicarlas a otros cultivos, como los ecológicos.


La propuesta ha suscitado diferentes respuestas en los países Europeos. Países como Austria, Hungría y Luxemburgo se oponen a este tipo de cultivos, decantándose por el cultivo tradicional y el ecológico.

En la actualidad, Francia se opone al cultivo de las dos especies permitidas, el maíz MON 810 y la patata Amflora. Por su parte, Alemania dejó de cultivar productos transgénicos en 2009.

El comisario de Salud y Protección del Consumidor de la Unión Europea, John Dalli, indica que el proceso de autorización europeo, el cual tiene en cuenta la seguridad alimentaria y el medio ambiente, seguirá vigente; la autorización de organismos modificados genéticamente se seguirá basando en la solidez científica.